viernes, 14 de febrero de 2014

Una sociedad culta, cosmopolita y libre de prejuicios

(Sobre Librerías, de Jorge Carrión, presentada por Antón Castro en la librería Cálamo el 7 de noviembre de 2013)


La eclosión actual de teléfonos inteligentes y redes sociales ha publificado nuestra propia imagen. No tenemos más que acceder a internet y las instantáneas de quienquiera que busquemos se muestran ante nuestros ojos. Hace pocos años, en cambio, no era así. Uno leía un texto y todavía trataba de imaginar el rostro de su autor antes de entrar en Google imágenes y teclear su nombre.

Hace pocos años, cuando me convertí en lector asiduo de los artículos de Jorge Carrión en ABC, La Vanguardia, El País, Quimera... la lucidez de su autor me indujo a imaginarle como una especie de catedrático canoso y con gafas, alguien parecido a José Carlos Mainer, o a su admirado Juan Goytisolo.

Esa misma lucidez de los artículos es la que ahora destilan las páginas de su última obra, Librerías, con la cual quedó finalista del Premio Anagrama de Ensayo. Si alguien me preguntara por el género de Librerías no sabría qué decirle. Se trata de una obra ensayística, obviamente. Pero también contiene un libro de viajes, una novela de no ficción  e incluso un tratado literario.

Carrión nos cuenta su periplo por distintas librería de todo el mundo, desde Londres y París hasta Tánger, Buenos Aires, la India, San Francisco o Johannesburgo. El suyo es un relato en primera persona que se va entreverando con el relato de las vidas de los libreros y escritores que pasaron por allí, de forma que la narración se enriquece con citas de autores y con historia de la literatura. La peculiaridad de Librerías reside en la brevedad de todos estos fragmentos, que se suceden ante los ojos lectores con la naturalidad de los planos de una película. Y la amenidad de la película es tal que uno apenas se da cuenta de que ha concluido un capítulo y, de pronto, pasa a otro continente, o a otro universo literario sin solución de continuidad.

El empeño de la obra era arriesgado. Su autor corría el riesgo de caer en la enumeración repetitiva de locales, pese al exotismo e interés de todos ellos. Pero la inteligente yuxtaposición de fragmentos: relato, ensayo, cita, tratado literario… evita toda monotonía. Y lo repito de nuevo: la obra se lee sin darse uno cuenta, como si en vez de un ensayo se tratara de una novela. El mensaje que parece transmitirnos Jorge Carrión es que en torno a las librerías del mundo se aglutina una especie de sociedad intelectual: la de los libreros y sus clientes. Una sociedad culta, cosmopolita y libre de prejuicios.







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